KOINONÍA
“Mi arte es la forma de restablecer los vínculos que me unen al universo”. Ana Mendieta, artista y performer
Koinonía: (Κοινωνία), del griego, comunión.
Un cuerpo se mete al agua. Se vuelve ligero y flota. Es física simple. En la vida real se puede obedecer a fórmulas y resolver lo que dicte la ciencia, porque todo tiene su explicación. Un paseo por el campo renueva la alegría de nuestro espíritu, es un ritual de celebración de la vida. Pero cuando internamente conectamos con la Naturaleza y sus elementos, la realidad externa se transforma y comprendemos que somos solo un eslabón más en la cadena de la vida. Es entonces cuando este contacto con lo natural llega a convertirse en una experiencia mística de plenitud, una sensación de expansión que conecta internamente al ser con todo lo que sus ojos ven y su corazón siente. Una comunión perfecta, una koinonía.
El trabajo Koinonía de Isa Sanz pone de manifiesto su proximidad entre la creación artística y una profunda intuición filosófica de la realidad, explorando a través de esta serie de fotografías la fortaleza femenina, la calma, la integración con la naturaleza, el color, la sangre, el agua y la magia, elementos ligados profundamente a la construcción de lo femenino. La fotografía de Sanz evidencia además el carácter efímero que nos envuelve. Se sumerge más allá de la epidermis, se niega a la superficie y prefiere bucear al interior, explorando los recovecos de la existencia. Reacciona a la corriente, a la marea, a los vientos y obtiene resultados que llevan al espectador a distintas conclusiones, pero siempre desde la mirada que nos conecta con lo primigenio.
El espectacular escenario de la serie Koininía es Ibiza, la isla mágica que acoge a la autora desde hace varios años. Ibiza, no podría ser otro el marco de este trabajo, es la isla apacible y tolerante que nutre y alimenta la espiritualidad de los que se conectan a su tierra roja. La artista se sirve de su privilegiado entorno natural como instrumento de construcción de la mente humana, -aunque éste innegablemente exista en condiciones estéticas per se- , en primer lugar a través de un acto íntimo de reconocimiento, donde se apropia de la naturaleza y la siente, para posteriormente ser interpretada artísticamente, dando así un giro completo en el proceso de creación. Isa Sanz toma conciencia de Ibiza, -su isla-, como en el lugar en el que sucede la vida, un espacio cuya naturaleza ejerce un poder tal que nos minimiza al integrarnos en ella, al tiempo que nos conecta con un sentimiento de existencia y pertenencia común.
A través de estos autorretratos Isabel Sanz habla de su posición frente al mundo; su cuerpo transmite la atmósfera del paisaje, y a su vez, el paisaje refleja el espíritu de la autora. Cada una de sus fotografías es un microrrelato, una historia breve en la que pone en relación su propia identidad y el paisaje de la isla como hecho emocional. La autora propone en Koinonía una visión distinta al cuerpo femenino por medio de estos autorretratos intuidos, ya que en contraposición al resto de su trabajo, donde la frontalidad de las modelos es la norma, prácticamente en ninguna de las fotografías muestra su rostro. Utilizando su propio cuerpo como instrumento más veraz, Isa Sanz pone de manifiesto una forma espiritual en la que se conjuga su visión vital y su creatividad, dando como resultado un trabajo con una inherente carga de sensibilidad y de revelación. Y es que su alma, su intimidad se sincera y se desvela mostrándose al exterior a través de la ventana imaginada de la fotografía, donde la luz, mediterránea y omnipresente acentúa la poética de sus composiciones.
Estas imágenes fueron tomadas intuitivamente, en un complicado ejercicio fotográfico donde se primó la conexión con el presente, dando valor a la experiencia del acto de fotografiar y posar en armonía con la naturaleza. Así, los cuerpos, fluctúan en perfecta comunión con la luminosidad exterior, errante y fulgente que pugna por hacerse un lugar en los rincones más íntimos. Tampoco es casual la elección del formato tondo para presentar las piezas. La simbología del círculo conecta con el infinito, lo eterno y ofrece una nueva manera de mirar que rompe con las lecturas habituales de representación del arte. La mirada absoluta e ilimitada, que propone al espectador un desafío.
La mujer que aparece en su obra transmite un eco de fineza poética y sensibilidad bañada de libertad. El desnudo, reivindicado como la manera más pura de conectar con la esencia de cada mujer, revela la paradoja del poder de la vulnerabilidad y al mismo tiempo la valentía que implica quitarse las capas de protección.
Los ciclos menstruales, el útero materno, el parto, han dado pie a la vinculación del cuerpo femenino y sus misterios con el mundo natural. La conciencia femenina está fuertemente ligada al propio cuerpo, plataforma de creación y territorio de exploración . En Koinonía, es constante la referencia a la sangre,- a través de las telas rojas ondulantes-, símbolo excepcional de la dicotomía entre la vida y la muerte, de la fertilidad y la tragedia homicida. Este fluido vital es una referencia el proceso creativo de Isa Sanz, el medio gracias al cual logra unirse a sus creencias más primitiva y emociones más profundas, conectándose con una fuerza femenina omnipresente.
Isa Sanz hace referencia en su serie a estos momentos vitales de la mujer: la mujer que se envuelve y flota en un hueco entre las rocas, como si del útero materno se tratara, el nacimiento, hecho de restos de agua y sangre, la menstruación, manando en forma de tejido rojo, o la plenitud en la simbiosis con el mar, el viento y el cielo… Y es que los misterios primordiales de lo femenino siempre se han asociado con la naturaleza a través de la intimidad de las mujeres; los olivos representados por Sanz en perfecta unión con la mujer, las amapolas que florecen al unísono en los campos de la isla, el trigo amarillo segado , son símbolos de fertilidad.
La mujer de Koinonía vive en una continua relación simbiótica con los animales y con las plantas, en un profundo respeto por los ciclos naturales de la tierra. Es la mujer que asegura la continuidad del grupo, garantiza la fecundidad y la abundancia, es en definitiva, la suma, el origen y el fin, y al mismo tiempo, los contrarios; es la divinidad indiferenciada. Isa Sanz representa así el alma de una que mujer siente su conexión a la Tierra, un ser que huele a amapolas, rojas como la pasión y la sangre y que conoce los misterios de la procreación, el potencial de la vida creciendo y nutriéndose en el útero, seguido por el acto sagrado del nacimiento y que sabe desvelarse en toda su belleza. La artista, en el fondo, se representa a sí misma, pone de manifiesto su propia vinculación a la naturaleza de la isla, concibiendo la espiritualidad como la unión con todo lo que existe. El camino del despertar por el que nos conduce esta serie puede resumirse en una sola palabra: integración.
El objetivo último de la autora es ensalzar el Universo vivencial de las mujeres, pero no con el objetivo de subvertir los términos en las que la categoría de mujer ha sido relacionada a lo largo de la historia, su concepto de feminidad lo construye a través del lenguaje fotográfico, desde la perspectiva de una mujer que refleja con autenticidad su esencia, sin el filtro de la mirada masculina pero con la convicción de que desde la diversidad de los sexos se puede construir la igualdad real. Koinonía evidencia, en definitiva, la necesidad de recuperar el equilibrio con el arquetipo femenino desterrado para establecer la armonía interna y externa.
Elvira Rilova. Historiadora del Arte.